Graduadxs hoy. Karina García (parte II)

Semanas atrás, en ocasión de la semana del ambiente, compartimos la primera parte de la historia de Karina García, egresada de la Licenciatura en Tecnología Ambiental -LTA-. En esa ocasión, contamos cómo Karina desembarcó en Tandil, oriunda de Tres Arroyos, cómo fue la elección de su carrera, los primeros pasos y la gloriosa conquista que llegó en 2007 cuando defendió su tesis de grado. Karina no se detuvo ahí.

Lo que vendría después serían experiencias profesionales con proyección federal e internacional, que la potenciaron en su campo de expertise: la gestión de efluentes líquidos. Un tema hoy en boga, tanto por el impacto que implica para el ambiente como para los productores, que al considerar este punto en sus proyectos productivos se ajustan a exigencias normativas, reducen el impacto ambiental y optimizan considerablemente sus costos. 

Volvamos al momento en que defendió su tesis vivía a caballo entre Tandil y Rafaela. Pronto su lugar de residencia iba a cambiar.

En 2008, luego de la defensa de su tesis, Karina se reincorporó al trabajo en INTA Rafaela, pero la experiencia reciente le había profundizado el interés en continuar estudiando. La Fundación Carolina, de España, abría una convocatoria para cursar maestrías en ese país y la Universidad de Cádiz ofrecía una formación en Gestión Integral del Agua que parecía ajustarse a su búsqueda. La horma de su zapato. Se otorgaban únicamente tres becas para cursar durante un año una maestría que implicaba seis meses dedicados a la formación teórica y otros seis para trabajar en la tesis. Luego del proceso de selección el resultado arrojó que su lugar estaba asegurado junto a dos mujeres más, una de Colombia y otra de Guatemala. 

Durante la experiencia en Cádiz durante 2009, una vez más aparecieron las opciones dicotómicas para elegir. Había que tomar decisiones entre optar por una vía dedicada a la investigación o por otra vía, más empresarial, que implicaba realizar pasantías. La balanza se inclinó hacia la investigación porque la curiosidad había hecho su trabajo y Karina había encontrado un grupo que hacía investigación en digestión anaeróbica y producción de biogás, una forma de tratamiento de diferentes residuos orgánicos. Entonces allí fue: “Se complementaba muchísimo con lo que venía haciendo hacia el final de mi estadía en Rafaela. Era como que encajaba a la perfección”. Su tesis “Codigestión anaeróbica de estiércol” condensó, también a la perfección, la experiencia de Rafaela y de Cádiz.

El regreso a Argentina implicó un punto de inflexión en su trayectoria de investigación que la acompañaría en los años venideros. Hubo continuidades, como la vuelta al trabajo en INTA Rafaela, pero también novedades, como nuevos interlocutores -INTI, universidades, proyectos con productores- y un claro nuevo objetivo: juntar datos a partir de ensayos que iba haciendo en la estación experimental de INTA Rafaela. Karina traza un balance sobre este giro: “Con los años tuve un viraje grande de como fui transitando, primero tuve una mirada más de investigación, de generar ensayos […] Dentro de INTA me fui haciendo más extensionista que investigadora”, aunque aclara que no tiene gran apego por las etiquetas ni por los encasillamientos. 

El año 2020 significó para Karina no solo el cimbronazo de la pandemia como al resto del conjunto mundial sino también la apuesta por una mudanza en medio de ese escenario caótico. Sin embargo, el proyecto no se interrumpió, se instaló junto a su familia, con su segundo hijo recién nacido, en Tres Arroyos, su ciudad natal. El hecho de que se trate de una zona no lechera representaba para García un desafío adicional: incorporar temas de trabajo en este territorio donde no hay producciones ganaderas intensivas sino mucha agricultura. Pese a la dificultad, Karina pudo acomodarse en la tempestad, e inclusive sacar provecho de las nuevas reglas del juego. Al respecto explica: “La virtualidad favoreció que yo siguiera trabajando en muchos de mis proyectos de lechería con Rafaela, Córdoba, Entre Ríos”.

La faceta federal de su trabajo empezaría a tomar más preponderancia, a tal punto que en la actualidad trabaja con muchos tambos de facultades que se encuentran en diferentes puntos del país, entre los cuáles figuran los nombrados, pero también otros situados en las provincias de La Pampa y de Buenos Aires. El propósito para ella hoy es cumplir la tarea de “vincular” al trabajar en cómo mejorar los efluentes con un enfoque académico, y con la idea de generar datos.

2022 le trajo la novedad de la revinculación con Tandil en dos frentes. Por un lado con la agencia de Extensión y por otro, nuevamente, con nuestra Facultad, a partir de entrar en contacto con quién había sido su profesor en su momento, Roberto Rubio. Karina reconoce que la demanda por asesoramiento en estos temas es alta y que hay pocos profesionales disponibles y por las implicancias ambientales, y las posibilidades al atenderlo de disminuir la contaminación, es de suma prioridad. Sobre esto, Karina nos explica: “Las producciones pecuarias no solo tambos también porcinas, vacunas, están muy intensificadas entonces se generan cada vez más cantidad de residuos que si no los manejamos bien contaminan y al ser fuente de nutrientes hay que buscar la forma de aprovechar”. En estos tiempos en que resuenan fuertemente las ideas de economía circular, justamente de esto se trata el rol de Karina: “Trato de ser el nexo entre productor y algo más científico donde se puedan adaptar prácticas y tecnologías adecuadas a escalas, sistemas productivos, zonas y demás.”

El perfil de Karina presenta componentes novedosos en el que se entrecruzan la academia, el trabajo de campo, la producción y el ambiente. Frente a esto, le consultamos cómo es la recepción entre sus potenciales consultantes. Ella nos explicó que hay diferentes factores que influyen en la demanda que son culturales y de idiosincrasia regional, normativos y de costos. En este sentido, nos compartió que las experiencias con diferentes productores la llevaron a ver que los niveles de compromiso con el ambiente son variables y que, por ejemplo, hay productores pujantes muy conscientes de esto como los de la Cuenca Mar y Sierras y del sur de Córdoba y otros a los que les cuesta verlo como los de Santa Fe.

Nos detenemos un momento en la cuestión normativa, sobre la que Karina nos explicó que el avance en leyes específicas de vertido de efluentes para tambo, en las que ha participado de su redacción, han tenido diferentes impactos, tanto en generar responsabilidad por parte de los productores que saben que se les puede exigir el cumplimiento de la ley, como en lograr compatibilizar las recomendaciones desde el punto de vista de la optimización agronómica con las normativas vigentes. En sus palabras, se trata de: “Aprovechar al máximo todo el nutriente con buenas prácticas”, y esta oportunidad se alcanza con leyes específicas, porque las leyes de vertidos que aplican para industrias, por ejemplo, recomiendan que en los efluentes tratados como fertilizantes de riego el valor de materia orgánica utilizado sea muy bajito. 

Por último, pero no por ello menos importante, el tema de costos en los últimos años se ha vuelto el principal factor para nuevas consultas por cómo ha trepado el precio de los fertilizantes. Sobre esto García menciona que esto los incentiva gestionar adecuadamente efluentes de su producción sobre todo cuando: “Le mostras a los productores lo que estás desperdiciando de nitrógeno, fósforo y potasio cuando lo podrías usar como nutriente”. 

Con una carrera sólida armada, Karina hace un balance sobre su rol y nos comparte un importante aprendizaje: “Siempre me puse del lado del productor con una idea ni siquiera de asesoramiento, sino más de co-construcción para usar un concepto más actual. Siento que estoy mas parada en transmitir el conocimiento de adaptar tecnologías, esa es mas mi función hoy.”

Para cerrar la charla, Karina manifestó su interés por profundizar el lazo con la Universidad “a través de algún proyecto porque el ámbito académico es hermoso…mi corazón está puesto en la Universidad”.