[EDITORIAL] La importancia de las Prácticas Socio Educativas en la formación de graduadxs con pensamiento crítico y conciencia social

Las universidades tienen un rol crucial en la formación de ciudadanxs comprometidxs con la sociedad. Más allá de impartir conocimientos técnicos y teóricos, su misión es cultivar graduadxs con una visión crítica y una profunda conciencia social. En este sentido, las prácticas socioeducativas impulsadas por la Universidad desde 2018 (RCS 7381/18) son fundamentales ya que no solo complementan la educación académica tradicional, sino que también acercan a lxs estudiantes a la realidad de sus comunidades. 

La facultad cuenta con experiencia en este tipo de prácticas ya que desde 2014 se realizaban en el ingreso a la facultad las Jornadas de Trabajo Voluntario (JTV), coordinadas por la Secretaría de Extensión y la Coordinación de asuntos estudiantiles. A través de esta iniciativa lxs estudiantes tenían la oportunidad de involucrarse en proyectos que impactan positivamente en su entorno, desarrollando un sentido de responsabilidad social desde los primeros años de su formación universitaria.

Luego en 2021 la Universidad realizó una convocatoria para el fortalecimiento de las PSE desde la propia universidad y tuvimos la primera experiencia de una práctica curricularizada cuando el cuerpo docente de la cátedra de «Probabilidades y Estadísticas» la propuso dentro de las asignaturas de distintas carreras. Esa experiencia movilizó a más de 100 estudiantes en distintos puntos territoriales.

Durante este año la facultad se comprometió con esta iniciativa a través de la convocatoria interna para la presentación de PSE curricularizadas lamentablemente, aunque la convocatoria se extendió en varias ocasiones, sólo dos propuestas fueron presentadas, por lo que entendemos que aún no se percibe la importancia de las mismas dentro del ámbito académico. 

Entendemos que las PSE refuerzan la función social de la universidad, convirtiendo experiencias comunitarias en parte integral del currículo académico. Estas prácticas desafían los modos tradicionales de construcción de conocimiento, promoviendo una mirada empática y una colaboración estrecha con aquellos sectores cuyos derechos están en riesgo. La universidad no solo educa, sino que también aprende de la comunidad, en un intercambio que enriquece a ambas partes.

Este tipo de actividades son esenciales para fomentar el pensamiento crítico. Al vincular la actividad comunitaria con el aprendizaje formal, lxs estudiantes desarrollan habilidades para analizar y reflexionar sobre sus experiencias, proponiendo soluciones innovadoras a los desafíos que enfrentan. Así, se forman graduadxs no sólo competentes en su campo, sino también conscientes de su papel como agentes de cambio social.

Si bien parece difícil producir cambios dentro de las cátedras, sobre todo en las populosas, deberíamos reflexionar sobre cuál es el objetivo de fondo del pasaje de estudiantes por ellas, no solo hay que prepararlxs para enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo, sino que también hay que equiparlxs con herramientas necesarias para contribuir activamente a la sociedad. La educación superior, entendida como un espacio de aprendizaje compartido y transformador, cumple así su función social al formar graduadxs críticxs, comprometidxs y con una visión integral de la realidad.

Para finalizar queremos compartir este pequeño resumen como lectura adicional. Construyendo Puentes: Una introducción al compromiso social universitario: las prácticas socioeducativas