MAMOREF: Segundo prototipo para un desarrollo de primera

Con el foco puesto en la salud de las mujeres, Mamoref, un desarrollo de Bionirs, empresa de base tecnológica y spin off de la Facultad de Ciencias Exactas, ya trabaja en el segundo prototipo del desarrollo.

Nicolás Carbone, Dr. en física y egresado de EXA, es uno de los integrantes del equipo de profesionales que llevan adelante esta iniciativa, que combina innovación y tecnología para tratar un problema de salud que afecta principalmente a las mujeres: el cáncer de mama. Nicolás es más precisamente el CTO de la empresa (por las siglas en inglés de Chief Technology Officer o Director de Tecnología) y conversó con la Facultad en ocasión de #OctubreRosa, este mes del calendario dedicado a la concientización sobre la prevención de esta dolencia.

Para explicarnos acerca del avance de este segundo prototipo de Mamoref, Carbone se remonta un poquito en el tiempo e historiza este desarrollo innovador. Para eso, nos explica que hay un primer prototipo que se trata de una camilla en la que la mujer se acuesta boca abajo, sobre la que construyeron dos iteraciones. La primera ocurrió el año pasado en Mar del Plata en el HTC – Hospital Privado de la Comunidad en asociación con una médica, la Dra. Nora Fuentes, que es la encargada de llevar adelante la investigación clínica. Con ella ya están llevando adelante estudios denominados “de viabilidad”, es decir un número reducido de pruebas en pacientes para ver si la idea es viable y si el equipo puede distinguir al menos tipos de lesiones entre lesiones malignas y benignas. Esto, cuenta Nicolás, no estuvo exento de algunos imprevistos. La burocracia asociada a la realización de pruebas clínicas en pacientes voluntarias, implica muchos puntos que entorpecen su realización que son propios de un proceso de estas características. Hay que considerar que se trata de mujeres que están en un proceso de posible tratamiento de una enfermedad que puede ser grave, con lo que esto implica emocionalmente, por más que el estudio con Mamoref sea corto y no invasivo. Además, la carga emocional hace que no sea tan fácil conseguir un número alto de pacientes para someterse al estudio. De todas maneras, las entre 12 y 15 medidas tomadas fueron suficientes para brindar bastante información sobre las pacientes, por lo que los resultados fueron alentadores. 

A partir de dicha experiencia, comenzaron con algunas iteraciones de ese primer prototipo. Gracias al feedback que recibieron de los equipos de médicos y pacientes que lo utilizaron, fueron mejorando algunos componentes técnicos del aparato. Sobre todo porque la camilla en la que la mujer se acuesta boca abajo del primer prototipo presenta ciertas dificultades que quizás no eran tan obvias de entrada, particularmente con pacientes que tienen poca movilidad o entre personas mayores. Así llegaron a la segunda iteración de esa primera versión de la camilla, que actualmente está en el Hospital marplatense previamente mencionado y ahora se encuentran realizando una segunda tanda de pruebas clínicas.

Como si esto fuera poco y además de preocuparse por conseguir financiamiento -ya sea de privados o de organismos públicos-, una de las tareas que más tiempo les ocupa y a la que está abocada principalmente la Dra. Pamela Pardini, Dra. en física, egresada de EXA y CEO (por sus siglas en inglés, Chief Executive Officer o en español Directora Ejecutiva) de Bionirs, en el mientras tanto iniciaron con el diseño y construcción de una primera versión de un segundo prototipo del equipo. La novedad en este caso llegó de la mano del trabajo conjunto con diseñadores industriales en la que, en lugar de una camilla, pensaron en un equipo donde la mujer se sienta en la silla. Al respecto, el Dr. Carbone mencionó que: “Nosotrxs decimos que es tipo un tótem: la mujer se recuesta sobre el equipo…[y además] tiene espacio para personas en silla de ruedas”.

Aspectos técnicos del segundo prototipo

La primera versión de la carcasa es bastante prototípica. Cuenta con 3 láseres de baja potencia, de onda continua que trabajan en secuencia, durante 5 o 6 minutos de escaneo, en los que se reconstruye una imagen que lo que tiene en primera instancia es concentración de hemoglobina oxigenada y de hemoglobina desoxigenada. En suma crea un mapa 2d. Con eso se puede calcular la circulación de oxígeno en algún punto de la mama. La idea es que los tumores malignos están muy vascularizados y, como están creciendo, necesitan mucho oxígeno para mantener el metabolismo agrandado del tumor en crecimiento. Eso debería verse como una zona con mucha hemoglobina oxigenada por las nuevas arterias que se forman alrededor del tumor y, en algunos casos, adentro del tumor, en la parte interna, que se llama zona necrótica, hay una zona de mucha hemoglobina, pero con poca oxigenación. 

Los demás componentes del prototipo son: dos motores cruzados que controlan dos espejos, uno controla el eje x y otro el eje y del mapa resultante. La cámara es similar a la de un celular en cuanto a las características generales, pero mucho más sensible al infrarrojo, y es científica es decir está calibrada, es más sensible, tiene más rango dinámico (capta mucho brillo y sombra al mismo tiempo). Este último es uno de los componentes más caros del equipo. 

Informaciones que juntas suman

La información que resulta de este prototipo, contrastada con la que da una mamografía o ecografía que es información estructural, en principio que sigue la hipótesis de trabajo que plantea el equipo que trabaja en Mamoref es que le permitiría al profesional médico poder distinguir, antes de llegar a la biopsia, qué tumores son malignos y benignos o al menos tener más información para aumentar la especificidad del diagnóstico, porque no es muy buena. Con este equipo, el primer objetivo es brindar mayor información. De esta manera se podría reducir la cantidad de mujeres que llegan a una biopsia de manera innecesaria. 

Al escaneo inicia que dura 5 o 6 minutos en esta primera versión del segundo prototipo lo sigue un proceso que se extiende durante 15 minutos en otra computadora, más potente esta vez, donde se procesa la información obtenida y se generan los mapas de concentración de hemoglobina oxigenada y desoxigenada. 

La necesidad de un nuevo diseño vino de la mano de las características del proceso de dedicarse a la innovación en medicina. Como dice Nicolás “siempre estamos negociando en algún sentido, a veces formalmente y a veces no, con diferentes actores”. Entre estos actores están las pacientes, la parte médica y los costos. Para Nicolás, siempre las primeras tienen que estar en el centro: atender sus necesidades que tienen que ver con pensar en la ergonomía, la comodidad y también las deficiencias del equipo. Pero la realidad de un mercado médico que tiene ciertos intereses y necesidades particulares, no siempre las considera una prioridad. La variable de costos, por el contrario, es concluyente en lo que respecta a alinear los intereses de los tres actores mencionados anteriormente. Carbone nos explica el porqué, ya que este tipo de situaciones vinculadas a la salud-enfermedad siempre conllevan: “Un montón de plata que sale de los bolsillos de cada uno, o del estado que lo pone el sistema público de salud o de las obras sociales que implica hacer toda esa parte de preparación y biopsia que también se puede reducir. Ahí encontramos un punto donde médicos, pacientes y sistemas de salud dicen ‘este desarrollo es interesante’.”

La puesta a punto de una primera versión del segundo prototipo del Mamoref sigue avanzando en lo que esperamos pueda ser una solución que funcione como complemento a aportar información en una situación donde se pueden salvar vidas.