Editorial: Día del Docente Universitario

El 15 de mayo, se conmemora en nuestro país el día del docente universitario como un reconocimiento a la trayectoria de la lucha colectiva que lxs docentes universitarixs han llevado a cabo durante años, en demanda de legítimas
reivindicaciones.

Un 15 de Mayo de 1969, como parte de los reclamos contra los ajustes económicos de la dictadura presidida por el General Juan Carlos Onganía, en días previos a las movilizaciones que ocurrieron ese mismo año en Rosario y Córdoba, en Corrientes, se convocó a marchar hacia el rectorado de la Universidad Nacional del Nordeste. Esta manifestación fue duramente reprimida y, como resultado se produjo junto a un gran número de heridos, el asesinato del estudiante Juan José Cabral. Un joven de 22 años, estudiante de cuarto año de Medicina. El hecho se produce en el marco de la lucha que se llevaba a cabo a partir de las medidas tomadas por el rector Walker, ocupando este cargo tras la intervención de las Universidades Nacionales, y reclamaban entre otras cosas, sostener el comedor universitario.

Hoy transcurridos más de 50 años de aquella fatídica marcha, las luchas siguen, nos encontramos, con dolor, defendiendo el derecho de las y los jóvenes de acceder a una educación pública superior, de excelencia, no arancelada e inclusiva. Recientemente, nos unimos en el reclamo de sostener los derechos adquiridos, con una marcha federal multitudinaria, la más grande de los últimos 40 años, con la convicción de que la educación es la base para la movilidad social en un país más justo y en crecimiento.

Lxs docentes universitarixs hemos reclamado, y no pocas veces, ser reconocidos como trabajadores de la educación y por su lugar estratégico con la construcción de saberes socialmente relevantes. La tristeza y el desgano nos invaden en tiempos de crisis, cuando vemos un futuro incierto e impredecible como el que estamos viviendo hoy en nuestro país.

Hoy creemos fundamental, como docentes universitarios, que redoblemos nuestro esfuerzo por más educación, más investigación, extensión y vinculación con el territorio contribuyendo así a formar más y mejores profesionales.

Las y los docentes nos vemos constantemente interpelados por las transformaciones sociales en las que la comunicación, las nuevas tecnologías, el rol docente en el aprendizaje en lugar de la enseñanza, los recursos para la motivación en el aula, el estar preparados para responder y acompañar demandas psicosociales, sólo por mencionar algunas. Nuestro medio presenta cambios dinámicos que tenemos que aprender a observar, analizar y ser capaces de adaptarnos.

Ser docente no implica sólo dictar horas de clases, sino dedicar alma. Exige no sólo ocupación, sino vocación de servicio y exige ética como elemento fundamental del ejercicio de la profesión.

La sociedad nos necesita, nuestros estudiantes nos necesitan integrando saberes, incorporando interdisciplina, siendo el puente entre el aula y el territorio.

“Todos nosotros sabemos algo.
Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre”
Paulo Freire

Claudia Marinelli y Rosana Cepeda
Secretaría Académica