¿Alguna vez tu imaginación te llevó a África? ¿Qué fue lo primero que se te vino a la mente? ¿Una sabana inmensa? ¿Ríos, lagos, costa, naturaleza en su máxima expresión? Quizás te pasó que en algún momento de estos últimos meses te cruzaste en los pasillos de la Facu o en el comedor a Ibitoye George Rotimi y que tu cabeza se dispare intentando adivinar de cuán lejos venía. Porque efectivamente viene de Nigeria, un país de África Occidental, cuyo color distintivo es el verde, de vastos bosques y parte del “Commonwealth”, o Reino Unido, país que los colonizó y les dio su nombre. Durante el mes de agosto, a días de su arribo a Tandil, entre señas, notas de cuaderno y reiteraciones logramos construir este diálogo para conocer su experiencia en nuestra facultad.
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El nombre completo de Rotimi es Oluwarotimi George Ibitoy. “Oluwa” significa “Dios está conmigo”, pero los requisitos administrativos para su escolarización hicieron que tuviera que acortar su nombre a Rotimi, a secas. Nació en Ogbomoso, estado de Oyo – suena ‘sho’ -, ubicado en el sudoeste africano, y al igual que su familia, integra una de las tres tribus dominantes de Nigeria, la de los Yorubas, que ocupan la misma zona del país.
Rotimi eligió la carrera de la Ciencia del suelo, de cinco años de duración, y se recibió de Físico del suelo o “pedologista”, es decir que se dedica al estudio de los suelos en su ambiente natural. Gracias al esfuerzo de su familia pudo dedicarse full time a su doctorado. Se detiene en este punto: “Estoy muy agradecido por eso…cuando haces un doctorado en Nigeria, no tenés becas o alguien que te sponsoree, y por eso sabes que tenes que obtener resultados”.
Todavía estaba cursando su doctorado cuando le llegó una convocatoria para aplicar a una beca Cliff-Grads que le daba la posibilidad de aplicar a tres proyectos de investigación, uno de ellos situado en Argentina, y se postuló. Su investigación “Influencia de la quema prescrita en las propiedades del suelo, erosión y el rendimiento de maíz” le servía para apoyar su candidatura. En septiembre 2022, recibió un mail que pasaba a la siguiente instancia, lo que implicaba que integrantes de los proyectos tuvieran una entrevista con él. Así fue que tuvo la oportunidad de conversar en profundidad sobre el proyecto con sus protagonistas, las investigadoras del IFAS María Eugenia Priano, Paula Juliarena y María De Bernardi, del grupo Físicoquímica Ambiental. Unos meses más tarde nos comparte: “Tuve la fortuna de ser elegido para participar de un proyecto situado en Argentina”. Recuerda que durante la entrevista le preguntaron si tenía experiencia en mediciones de gas y lo que él tenía era mucho conocimiento teórico sobre cómo los gases se mueven en el suelo: “Tenemos una formación sólida sobre el tema, por la vasta experiencia de nuestros profesores […] cuando vine a Argentina descubrí muchos de los libros que usamos en Nigeria en la oficina de Maru, pero no contamos con los equipamientos para medirlo, no tenemos el conocimiento práctico”.
La primera vez que Rotimi escuchó sobre nuestro país era jóven, tenía 12 años. Lógico, Argentina es un país de fútbol y Nigeria tuvo un período en que participó en partidos en copas del mundo. Al respecto nos cuenta: “Si no me equivoco fue durante 2002, en el mundial de Corea del Sur/Japón, Argentina ganó y ese fue mi primer contacto con este país”. Ahora en Tandil, encuentra algunos puntos de contacto con Ile-Ife, ciudad donde se ubica su universidad Obafemi Awolowo, en el estado de Osun, al sudoeste de África, sobre todo porque ambas son ciudades universitarias y tranquilas, según su criterio. Las diferencias centrales radican para él en el clima y la cultura. Esta última, nos comparte, es más formal para el trato entre pares: le sorprende en particular la manera que tienen lxs argentinxs de saludarse, tantos besos y abrazos entre personas prácticamente desconocidas es muy poco común en Nigeria. Allá se saludan con un apretón de manos. Rotimi acuerda cuando le sugerimos que la cultura es más formal en su país y remata: “La diferencia cultural es enorme: no tenemos tanto contacto físico y los abrazos se reservan a amistades muy cercanas”.
Su estadía está llegando a su fin. Fueron cuatro meses de aprovechar del intercambio con el proyecto realizado por el IFAS y el balance que Rotimi realiza es: “Ha sido fenomenal”. En conjunto con el grupo, han llevado a cabo al menos dos campañas de mediciones en el campo para medir el flujo de metano en la interfaz suelo-atmósfera (ISA) y el perfil del suelo de 10 cm mediante el procedimiento de cámara estática. Además, han podido estimar niveles de metano utilizando mediciones Sf6 realizadas en el laboratorio. Más allá de estas mediciones, Rotimi reconoce el esfuerzo de sus compañerxs del grupo que le han enseñado a calcular el metano a partir de los datos obtenidos. Las expectativas en relación a esta experiencia es poder producir al menos dos artículos a partir de los datos obtenidos y que sean publicados en revistas científicas reconocidas. También está ansioso por transmitir en su país las enseñanzas que ha adquirido en esta experiencia, sobre todo en lo que respecta a las diversas técnicas de medición de metano, en particular en su grupo de investigación en Nigeria y también espera poder realizar mediciones del flujo de metano allí.
“Ojalá pudiera quedarme más tiempo”, dice en relación a su inminente partida. Está sumamente agradecido con sus supervisoras Paula Juliarena y Maru Priano y con lxs integrantes del IFAS entre los que menciona a Victoria, Carla, Estefi, Maria, Sergio, aunque reconoce que probablemente esté olvidándose de algunos nombres. “Fueron tan amables y siempre dispuestos a ayudar…sus roles fueron fundamentales para que mi estadía de investigación aquí fuese super confortable”. En la misma dirección comenta sobre la comunidad de la UNICEN en general, sobre todo la gente de la cantina, de la Facultad de Exactas y sus amigos del grupo de fútbol del que participó semanalmente. Inclusive sobre Tandil y su gente, que lo recibieron con respeto y sin discriminación. Sobre este punto reconoce que advirtió algunas miradas en la calle que lo miraban con sorpresa y sobre las que podía imaginar se estarían preguntando “¿Qué hace este pibe acá?”.
Sobre el final de nuestro intercambio destaca: “Mi percepción sobre Argentina cambió…voy a transmitirles a mi familia y a amigos lo hermosa que es Argentina y lo bien que me recibió Tandil”. A la distancia, Rotimi se mostró preocupado por la realidad de su país, atravesado en otros momentos históricos por la guerra civil, tensión que, por lo que nos comparte, sigue latente y él intenta monitorear a través de redes sociales mientras disfruta de sus últimos días en nuestra tierra.