Editorial mes de junio: en ocasión del Día de la Vinculación Tecnológica (4 de junio)
Desde la Ley de Educación Superior (Ley N° 24.521) al día de hoy se puede afirmar que las universidades cumplen con tres funciones fundamentales, los tres pilares de la Universidad Nacional, tal como lo expresa el Art. 44 ”….Abarcaran las funciones de docencia, investigación y extensión, y en el caso de las instituciones universitarias nacionales, también la gestión institucional…”. Surge como primera reflexión si la vinculación y transferencia tecnológica no figura de forma explícita debido a que se la considera una parte de la investigación, ¿o se debe a que en ese momento no era una prioridad considerar a la vinculación y transferencia como un perfil en sí mismo?
Pareciera que la respuesta tiene más que ver con la segunda parte de la pregunta, más aún viendo que los siguientes 30 años el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación (SNCTI) avanzó en dicha dirección, de hecho la aparición de los Proyectos de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS) es una muestra de ello. La sanción de la Ley N° 23.877 de Promoción y Fomento de la Innovación Tecnológica es otro indicativo que marca un rumbo que debe tomar el SNCTI, tal como figura en su artículo 1: “La presente ley tiene por objeto mejorar la actividad productiva y comercial, a través de la promoción y fomento de la investigación y desarrollo, la transmisión de tecnología, la asistencia técnica y todos aquellos hechos innovadores que redunden en lograr un mayor bienestar del pueblo y la grandeza de la Nación, jerarquizando socialmente la tarea del científico, del tecnólogo y del empresario innovador”. O como se remarca en la Ley N° 25.467 de Ciencia, Tecnología e Innovación en su artículo 2: “Se establecen los siguientes objetivos de la política científica y tecnológica nacional: a) Impulsar, fomentar y consolidar la generación y aprovechamiento social de los conocimientos; b) Difundir, transferir, articular y diseminar dichos conocimientos; c) Contribuir al bienestar social, mejorando la calidad de la educación, la salud, la vivienda, las comunicaciones y los transportes; d) Estimular y garantizar la investigación básica, aplicada, el desarrollo tecnológico y la formación de investigadores/as y tecnólogos/as…”.
Si se observa el documento realizado por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en 2017 titulado: “Diagnóstico para el desarrollo y fortalecimiento de las estructuras de Recursos Humanos en el área o función de Vinculación Tecnológica de las Universidades Nacionales, Informe Integral N1” se puede interpretar de sus conclusiones que las Universidades Nacionales en términos normativos presentan valores que muestran una debilidad significativa, que más de la mitad no posee un plan estratégico para el desarrollo de estas actividades, que más de la mitad tiene nulas o mínimas acciones correspondientes al espacio de gestión de vinculación y transferencia, que más del 70% demuestran una debilidad fuerte en las cinco acciones relacionadas con la gestión jurídica y la propiedad intelectual, que se puede visualizar las debilidades en recursos humanos existentes, dado que, de las 294 respuestas declaradas por las 42 universidades, objeto del análisis, el 43% demuestra no tener recursos humanos y el 29% demuestra tener uno sólo. Estas cifras muestran que a pesar de estar avanzando en la consolidación de espacios de vinculación y transferencia todavía resta mucho por hacer. Para reflexionar en conjunto sobre esto, citamos a Héctor “Cacho” Otheguy (ex Gerente General y CEO de INVAP) “… el avance tecnológico no es desarrollo si no tiene como finalidad la soberanía, la solución a los problemas de nuestras comunidades y la mitigación del cambio climático”, donde de alguna manera se ven reflejadas esas preguntas que debieran ser el motor impulsor de la investigación ¿para qué y para quién hacemos investigación?.